LICAON LICAON LICAON LICAON (Lycaon, en griego: Λυκάων )
En la mitología griega era un rey de Arcadia hijo de Pelasgo (al que sucedió) y de una oceánide. Era muy querido por su pueblo, al que hizo abandonar la vida salvaje que habían venido llevando hasta entonces. Licaón fundó una de las ciudades más antiguas de Grecia,
Licosura y allí erigió un altar en honor de Zeus Lykaios en la cima de la montaña Licaón (tenía el mismo nombre que el rey). Pero su apasionada religiosidad le llevó a realizar sacrificios humanos, lo que degeneró en su posterior metamorfosis. Afirman que llegó al punto de sacrificar a todos los extranjeros que llegaban a su
casa, violando así la sagrada ley de la bendita hospitalidad. Habiéndose enterado de tal aberración, Zeus se hizo pasar por un peregrino y se hospedó en el palacio de Licaón. Este se preparó para matar al peregrino, pero, alertado por algunas señales divinas, quiso asegurarse antes de que no era un dios, como afirmaban los
temerosos súbditos. Para ello hizo cocinar la carne de una de sus víctimas o de un esclavo, y se lo sirvió a Zeus. Este montó en cólera y transformó a Licaón en lobo, e incendió después el palacio que había sido testigo de tanta crueldad. Licaón fue padre de muchos hijos (algunos afirman que llegaban a cincuenta), con distintas
mujeres. Los hijos de Licaón eran famosos por su insolencia y su impiedad, y sus crímenes llegaron a oídos de Zeus, que se disfrazó de viejo mendigo y acudió al palacio de los licaónidas para comprobar si los rumores eran ciertos. Los jóvenes príncipes tuvieron la osadía de asesinar a su propio hermano Níctimo y servir
sus entrañas al huésped, mezcladas con las de animales. Zeus descubrió el engaño y enfurecido convirtió a todos en lobos, los fulminó con su rayo o tuvieron que exiliarse para siempre. Después devolvió la vida a Níctimo, que sucedió a su padre en el reino de Arcadia. Sin embargo los arcadios hicieron caso omiso a la maldición y continuaron sacrificando humanos
a Zeus Lykaios en su altar anualmente. Cuando esto sucedía uno de los presentes se convertía en lobo después de probar la carne que contenía restos humanos. La transformación no siempre era definitiva y si durante nueve años no consumían carne humana podían recuperar su humanidad, pero si durante ese plazo contravenían la norma estaban condenados a vagar como lobos el resto de su existencia.
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